Entre la memoria y el olvido
Autor: José Manuel Matencio Ojeda .
Con este libro, José Manuel, hace justicia a un tiempo y a unas gentes, entre ellas, a su padre y a su madre, que sufrieron la amargura de la separación durante más de 19 años. La Guerra Civil y la cárcel metieron a más de media España en un túnel sin salida, que sólo acabó con la muerte del dictador. “Entre la Memoria y el Olvido” es un libro que reivindica la memoria para que nunca lo que ocurrió, caiga en el olvido. Un olvido impuesto, durante demasiado tiempo, por el Franquismo.
Información adicional
Autor | |
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ISBN | 978-84-15128-83-0 |
Número de páginas | 162 |
Dimensiones | 21×13 |
Encuadernación | Rústica fresada con solapas |
Fecha de publicación | Diciembre 2018 |
Edición | 1ª edición |
Editorial | Séneca |
Distribuidores | Distribuciones Dharana Press |
Formato |
15,00 €
Descripción
Con este libro, José Manuel, hace justicia a un tiempo y a unas gentes, entre ellas, a su padre y a su madre, que sufrieron la amargura de la separación durante más de 19 años. La Guerra Civil y la cárcel metieron a más de media España en un túnel sin salida, que sólo acabó con la muerte del dictador. “Entre la Memoria y el Olvido” es un libro que reivindica la memoria para que nunca lo que ocurrió, caiga en el olvido. Un olvido impuesto, durante demasiado tiempo, por el Franquismo.
“El 7 de agosto yo guardaba celosamente aquel telegrama que hoy comparto. La libertad y la vida serían la tregua que más deseábamos. El 8 de agosto habíamos ido en el taxi de Manolito García “El Palmeño”, a recibirlo a Córdoba. Sólo conservo la imagen de mi padre cogiéndonos en sus brazos. Por fortuna, esta imagen la he guardado siempre en la memoria. El recibimiento a su llegada fue extraordinario. La gente, que llenaba parte de la calle Gaitán, gritaba: – “Manolo, Manolo” y “Bienvenido. Bienvenido”.
Aquellas muestras de cariño, respeto y admiración, dirigidas a mi padre, lo pusieron ante mis ojos en el lugar que tanto deseaba, ese lugar mítico en que los hijos tienen para su padre. Hoy, todavía, agradezco el valor y el coraje que los vecinos tuvieron haciendo este recibimiento. Y veo a mi padre, subido en la ventana, agradeciendo a todo el mundo su acogida y diciendo que ahora le esperaba su familia. No pasaría mucho tiempo de su vuelta a la cárcel, cuando alguien hizo una pintada en el cine acusando a mi padre de no sé qué historia comunista. A los pocos días de esto, la Guardia Civil se presentó en nuestra casa. Abrieron de par en par las dos hojas de la puerta, esperando al teniente; a la vez, en la calle la gente estaba expectante. Al poco rato se presentó el teniente: vestía botas con espuelas y polainas de cuero negro acharolado; en la mano llevaba una fusta con la que se golpeaba las polainas insistentemente y, mientras entraba, marcaba el paso, quizás para hacerse notar más. Sus pisadas sonoras y metálicas recorrieron los escasos metros del zaguán y llenaron de terror toda la casa. Los muros casi se estremecieron”.
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